México requiere de una política industrial para aprovechar el nearshoring
Los inversionistas buscan confianza y certeza antes de llegar a un país, por lo que México necesita garantizar seguridad, que las reglas del juego no cambien y dar acceso a servicios de calidad.
La tendencia mundial de acortar las rutas de las cadenas de producción le ha dado a México una oportunidad de oro, gracias, en parte, a que es vecino de la economía más poderosa del planeta. Sin embargo, esto es insuficiente para sacarle el máximo provecho a la llamada relocalización o nearshoring.
El país y las autoridades deben hacer su parte para atraer inversiones potenciales y corregir puntos clave que permitan a las economías estatales y regionales obtener beneficios reales en la población. Y ello se puede alcanzar con una política industrial nacional y transexenal.
El 20 de septiembre pasado, la Secretaría de Economía presentó el proyecto Rumbo a una Política Industrial, el cual buscaba desarrollar una industria nacional innovadora que aprovechara tanto la relocalización como el impulso que hay en Norteamérica para la producción de semiconductores.
“La no política industrial fue la mejor arma del pasado para no apoyar el desarrollo de nuestro país y a su industria. Se obvió la necesidad de plantear un objetivo común, basado en la promoción de la innovación y la competitividad”, comentó la entonces secretaria Tatiana Clouthier en la presentación de la iniciativa.
Este proyecto fijaba cuatro ejes transversales: innovación y tendencias científico-tecnológicas; formación de capital humano para las nuevas tendencias; promoción de contenido regionales, y encadenamiento de mipymes e industrias sostenibles y sustentables.
Sin embargo, 16 días después de la presentación, Clouthier dejó su cargo y fue sustituida por la exjefa del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Raquel Buenrostro, quien a su vez despidió al subsecretario de Industria y Comercio, Héctor Guerrero, para nombrar en su lugar a Luis Abel Romero López.
Estos cambios dejan incierto el futuro de los planes anunciados para la segunda mitad del sexenio, por lo que economistas y especialistas consultados por Expansión urgen una estrategia de política industrial nacional.
“Debemos ser más proactivos y apresurarnos en promover a nuestro país como el destino por excelencia para la relocalización”, considera Enrique Galeana, Chief Financial Officer (CFO) de Grupo Financiero Base.
De acuerdo con la más reciente encuesta sobre economías regionales que elabora el Banco de México (Banxico), en los próximos tres años comenzarán a verse los efectos en ventas a inversión producto del nearshoring.
México podría ser el país que más jugo le saque al nearshoring, ya que tiene un potencial para obtener hasta 35,300 millones de dólares al año, de acuerdo con datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) citados por la consultora Deloitte.
“México tiene que dar certeza en lo jurídico, en la parte de seguridad; certeza en la parte laboral, en la parte fiscal. Donde un inversionista pueda decir que México es un país donde las reglas del juego se respetan y, por lo tanto, estaría dispuesto a invertir”, sostuvo Claudio Kandel, director general de DiSí Operaciones, fintech dedicada a ofrecer soluciones de cobranza para los negocios.
Pendientes
Si bien México cuenta ya con un atractivo para empresas e inversiones, también hay ciertos puntos en los que se tiene que trabajar para aprovechar al máximo esta tendencia de relocalizar las plantas de producción para hacerlas más cortas y eficientes.
Entre los pendientes que se tienen que resolver está el tema energético. Luis Hernández, presidente nacional del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación index, dice: “no se está dando espacio a las empresas privadas”.
Agregó Kandel, es preciso contar con acceso a agua, energía eléctrica, drenaje, una forma adecuada para deshacerse de todo tipo de desperdicios; así como garantizar la seguridad, acceso a una buena red de carreteras y ferroviarias y centros para la capacitación de la mano de obra.
Un talón de Aquiles para el país tiene que ver con los procesos burocráticos, así como lo relacionado con la seguridad en las aduanas, que además hay diferencias en los procesos y el uso de tecnología entre las regiones del país.
“La burocracia obstaculiza la inversión que el nearshoring puede traer”, lamenta Pamela Velazco, directora del programa Bachelor in Global Business del Tec de Monterrey. Asimismo, el tener 49 aduanas dificulta el control en materia de seguridad, algo que también puede jugar contra el atractivo de México para la relocalización. “Podemos mejorar mucho”, sostiene.
El gobierno mexicano cuenta con la ventanilla única para el envío de información electrónica, una sola vez, para cumplir con los requerimientos de comercio exterior para agilizar y simplificar los flujos de información.
Otro de los problemas, coincidieron los entrevistados, tiene que ver con la falta de estrategias gubernamentales con visión de mediano y largo plazos.
“Nunca he visto ni a una administración, ni realmente a un país -eso implica al sector empresarial y a la sociedad civil; a todo mundo- con estas visiones de largo plazo”, afirma Jorge Acosta, socio de la consultora Alterpraxis.
El directivo de Index agrega que antes de invertir en un país o región, las empresas e inversionistas requieren certidumbre y certeza de que las reglas del juego no van a cambiar, seguridad jurídica y Estado de derecho, así como el contar con infraestructura, servicios, mano de obra calificada y cercanía al consumidor final, en este caso es Estados Unidos.
Tres Méxicos
Además, hacia el interior del país las economías corren a velocidades diferentes, pues vemos un norte y un bajío más desarrollados, con mano de obra calificada y mejores servicios, pero el sur enfrenta rezagos en infraestructura, aunque existe más agua, un recurso que no es tan abundante en entidades como Nuevo León.
El sur sureste tiene necesidades de infraestructura -vías de comunicación, acceso a servicios, parques industriales-, así como de centros de capacitación para la fuerza laboral y, así, la población se beneficie con la llegada de nuevas oportunidades de empleo, coincidieron los analistas consultados.
Además del sector agrícola, en el sur-sureste se tiene que trabajar en materia de educación, conectividad, acceso a servicios y recursos y parques industriales para que se pueda desarrollar, tal como ocurrió en el norte mexicano, sostuvo Kandel.
Una de las fortalezas del sur, agregó el directivo de DiSí, es la cercanía que hay entre la Península de Yucatán y la costa Este de Estados Unidos. “Además es un punto de unión entre Centroamérica y toda la zona del Caribe”, destacó.
El gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador, como parte de su estrategia para impulsar esta región, trabaja en el corredor Transístmico, el Tren Maya y en la construcción de parques industriales por la ruta.
De concretarse, adelanta Pamela Velazco del Tec de Monterrey, se podrá competir con el Canal de Panamá en el traslado de mercancías de un océano a otro. Sin embargo, Jorge Acosta, de Alterpraxis, señala que el Puerto de Salinas Cruz necesita una remodelación.
Esta región, además de la vocación turística, puede abrirse a sectores como la construcción y tecnología, como lo está haciendo Mérida, capital de Yucatán, destacó Enrique Galeana, CFO de Grupo Financiero Base.
Luis Hernández señala que en lo que respecta a vocaciones, los estados mejor preparados son Chihuahua, Baja California y las entidades que forman parte del Bajío. Sin embargo, hay carencias de energía y agua.
En general, México cuenta todavía con el bono demográfico, así como con mano de obra calificada y centros de capacitación para instituciones educativas; así como estar muy cerca de Estados Unidos y compartir husos horarios con Norteamérica.
Este último punto, puede sonar menor, pero resulta importante cuando empresas e inversionistas buscan surtir rápido sus demandas de insumos y productos intermedios para mantener siempre activas sus líneas de producción.
Gracias a estos factores la relocalización no ha sido una oportunidad perdida para México, pues el país aún luce atractivo para la llegada de nuevas empresas, industrias y capitales.